viernes, 27 de enero de 2012

Tonto el último

 El barco se hunde, es claro e inevitable, capitaneados por Francesco Schettino nos dirigimos a una inevitable hecatombe. Cómo siempre ocurre en una cadena de mando, el primero en enterarse es el Capitán y éste, según va necesitando su colaboración, va informando a sus subalternos con la condición sine qua non de un absoluto secretismo hacia los pasajeros. Pero no se puede esconder tanta basura debajo de la alfombra.


 Tarde o temprano los pasajeros empiezan a notar un ajetreo inusual en la nave, gente con uniforme no deja de ir de aquí para allá con cara preocupada, una expresión que rápidamente muta en sonrisa tranquilizadora cuando se percatan de nuestras miradas suspicaces. Algunos pasajeros empiezan a murmurar, comienzan a pensar que algo grave está sucediendo, pero el anuncio por megafonía del baile les tranquiliza. Nadie en su sano juicio seguiría con la agenda de entretenimiento si el barco estuviera en problemas.

  Mientras tanto el agua se filtra por las microgrietas del casco, lenta e inexorablemente, anegando las cámaras de flotabilidad y haciendo que el barco se hunda milímetro a milímetro.

  En la cabina de mando el Capitán ha logrado contactar por radio con puerto:

 - Aquí Navío España, tenemos un problema, cambio.
 - Puerto Europa a la escucha, cambio.
 - Nos hundimos, cambio.
 - ...
 - Repito, nos hundimos, cambio.
 - ¿Ha llegado el agua al almacén de mercancías?, cambio.
 - Aún no, pero es cuestión de tiempo, repito, nos hundimos, cambio.
 - Entendido, se hunden - ...
 - Ya sabe lo que tiene que hacer, cambio y corto.

 Todo el mundo ha terminado ya su cena, y mientras algunos disfrutan de la sobremesa con un destilado y un buen puro, los más valientes muestran sus habilidades en la pista de baile. No puedo dejar de notar que hoy los músicos están tocando especialmente fuerte, serán impresiones mías, a fin de cuentas parece que el vino se me ha subido a la cabeza. De pronto, mi ligeramente abotargada cabeza realizada un viaje inesperado y termina golpeándose con violencia contra el suelo. No puedo evitar perder la consciencia durante un segundo, y cuando la recupero y me incorporo veo una escena intranquilizadora.
 Por lo visto el barco ha debido de escorar, la fina vajilla yace destrozada en mil pedazos sobre el suelo y algunos de los presentes intentan regresar a sus camarotes. Por primera vez me fijo en algo que ha debido estar allí toda la noche, los miembros de la tripulación están armados... y nos impiden el paso a nuestros camarotes.

 El barco vuelve a zozobrar y un valiente da un paso al frente...

  Los botes salvavidas comienzan a llegar a puerto, desde la costa se puede apreciar que vienen cargados de cajas y cajas, apenas se vislumbran personas en ellos. El bote del Capitán es el primero en encallar en la arena, el jefe de puerto le ofrece la mano para salir de éste mientras le mira con ojos inexpresivos.

 - ¿Pérdidas?
 - El 60% de la mercancía
 - Buen trabajo

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 Despertad amigos, cuando se avecina tormenta sólo un tonto no cierra sus ventanas. Recortes sociales, disminución de derechos, corrupción, repagos e impunidad para los responsables. Podéis pensar que no es para tanto, podéis seguir sentados cómodamente en casa viendo el fútbol, o contentaros con escribir tuits incendiarios. Mientras no os organicéis, mientras no empecéis la lucha cuanto antes, no sois más que inconscientes colaboracionistas.  Ellos ya se están preparando.



viernes, 20 de enero de 2012

Ser emprendedor y otros cuentos chinos

Al PP y al PSOE se les ha llenado la boca durante la campaña electoral diciendo que su prioridad sería la ayuda a las pequeñas y medianas empresas "puesto que éstas son las que generan el 80% de los empleos y son el principal sustento del tejido productivo de este país". Esta frase, la han pronunciado prácticamente todos los partidos, pero nos referimos a estos dos puesto que son los que han estado en el poder en el intervalo de tiempo que nos ocupa. Una de las primeras medidas que han tomado la Ministra de Empleo y el Ministro de Fomento, consolidando un acuerdo que empezó a gestionar el anterior gobierno, ha sido la firma de un contrato, entre el gobierno de España y el de Arabia Saudí, por el que un consorcio español construirá una línea de alta velocidad que unirá las ciudades santas del Islam, La Meca y Medina, con la ciudad portuaria de Yeda. Un claro respaldo y todo un guiño a la pequeña y mediana empresa ¿verdad?

¿Quiénes componen este consorcio, este conglomerado de empresas? Pues ya se lo pueden imaginar. Gracias a Google y Wikipedia podemos saber quiénes son accionistas y consejeros administrativos, pero si no quieren perder mucho tiempo en ello, se lo puedo ir adelantando: sobre algunos grupos empresariales es casi imposible saber quiénes están detrás, pero en aquellos en los que la información es accesible nos encontramos por ejemplo a la Familia March, a Florentino Pérez, a los "Albertos", a las grandes entidades bancarias, etc. Es decir, los de siempre, las mismas sagas familiares que llevan controlando la economía y a su vez controlando el poder en la sombra desde tiempos inmemoriales.

Volviendo al tema que nos ocupa. Todo esto es evidente, el poder político y el poder económico se retroalimentan y esto no sólo es algo antiguo y conocido por todos, sino que además es asumido y prácticamente aceptado. Entonces, si sabemos esto ¿por qué ha calado tanto el discurso del emprendedor entre la clase trabajadora? ¿por qué millones de personas en este país se han tragado el cuento de que ser un empresario de éxito es algo fácil y accesible a todos? ¿cómo han conseguido convencer a tantísimas personas de que si se embarcaban en la aventura de montar un negocio (con todas las dificultades y los riesgos que eso conlleva) no serían meros autónomos o trabajadores por cuenta propia, sino que como por arte de magia pasarían a forman parte de esa casta de grandes empresarios?

Bueno, si miramos a EEUU podemos ver que ellos llevan mucho más tiempo vendiendo una idea similar, la del American Way of Life, la de la Tierra de las Oportunidades, donde todo el mundo puede alcanzar el éxito sólo con proponérselo, ser optimista y luchar por ello. No existen en ese camino diferencias de clase, condicionantes socioeconómicos, injusticias o discriminaciones, ni siquiera la mala suerte, todo es cuestión de autoconvencerser, ya que si quieres puedes. Décadas que demuestran todo lo contrario y en las cuales han aumentados las desigualdades económicas y sociales no han servido para que cambie esta filosofía. En esta misma línea vemos cómo en las últimas décadas han proliferado los libros de autoayuda, donde nos venden el positivismo como la panacea y la solución a todos los males, también siguen teniendo un éxito imparable las medicinas alternativas como la homeopatía y el Reiki, cuando científicamente está demostrado que se basan únicamente en la sugestión. Si seguimos mirando a nuestro alrededor encontraremos miles de ejemplos de esa doctrina que nos han vendido, esa doctrina del si quieres puedes, que planteándolo de otra manera vendría más bien a decir si no puedes es porque no quieres, o lo que es lo mismo, si no triunfas es únicamente tu culpa, tú tienes las mismas oportunidades y la misma capacidad que el resto para hacerte rico y, si no lo eres, si no triunfas en la vida es únicamente culpa tuya. Si tienes un accidente es por el karma, si te dignostican un cáncer es porque no sonreías suficientemente y si no te haces rico en cuestión de meses es claramente porque no has puesto suficiente empeño.

Vale, esto es lo que han metido en nuestras cabezas, llenándonos de frustraciones, complejos y sentimientos de culpa, mientras los culpables tienen las conciencias muy tranquilas, pero ¿cuál es la realidad? ¿qué supone ser un emprendedor o una emprendedora? Hagamos un simple ejercicio de raciocinio basándonos en cosas que todos sabemos:
  1. Para empezar, nos encontramos con que para montar un negocio hace falta tener capital, esto cae de cajón. Algunos lo tienen, pero la gran mayoría tiene que recurrir a créditos bancarios, lo que les obliga a empezar debiendo dinero, es decir con deudas desde el primer momento. Mal empezamos...

  2. No sólo es necesario capital inicial, sino que es practicamente imprescindible tener algún tipo de ingresos alternativos, o algún remanente económico, puesto que todos sabemos que un negocio no se levanta de la noche a la mañana, y que por lo menos durante el primer año éste va a ser deficitario. Hay que prever esto.
  3. Si hemos sobrevivido a los apuros económicos del primer año probablemente será porque no habremos caído en otro de los grandes errores: creerse que tal y cómo nos lo han vendido, ser autónomo es limitarse a ser jefe, es decir, yo mando y gestiono, para el trabajo sucio ya contrataré a gente. Aquí deberíamos volver la vista atrás para pensar en los pequeños negocios de gente humilde que funcionaban con éxito hace 30 o 40 años. En estos pequeños negocios, los dueños trabajaban una media de 14 a 16 horas al día, la práctica totalidad de los días del año, y contrataban a otras personas para trabajar con ellos codo con codo cuando ya no podían con toda la carga de trabajo, puesto que sabían que no podían permitirse el lujo de estar ahí sólo para supervisar. En la mayoría de los casos eran familias al completo las que trabajaban innumerables horas para ganarse un sustento mínimo. Hoy en día, muchos emprendedores piensan que la situación ha mejorado y que es suficiente con elegir la decoración del local y estar conectado mediante la Blackberry para supervisar los detalles. Craso error.
  4. Los impuestos. La madre del cordero. La mayoría de los autónomos achacan su fracaso no sólo a la cantidad de impuestos que tienen que pagar, sino también a las condiciones en las que lo tienen que hacer, en muchos casos adelantando un dinero que aún no han ganado. No se les puede quitar razón en este asunto, más aún cuando se les debe tanto dinero desde las propias administraciones públicas, pero nuevamente se vuelve a caer en el error de posicionarse en el bando de los grandes empresarios. Y esto mismo se repite en el plano de los derechos laborales. La lucha aquí no debería estar entre trabajadores por cuenta propia y trabajadores por cuenta ajena, entre empleados y empleadores, sino que la lucha y la gran diferencia debería estar en el nivel de ingresos, y la exigencia debería estar en una proporcionalidad real de esas tasas impositivas, tanto si esos rendimientos vienen del trabajo como si vienen del capital. Es decir, que realmente pague más el que más gana, independientemente de si esos ingresos provienen de una nómina, de beneficios empresariales o rendimientos del capital financiero.
  5. La competencia desleal. Otro asunto en el que se cae en el error de situarse en el bando equivocado. Se utiliza últimamente el chivoespiatorio de los comerciantes chinos, difundiendo el rumor de que no pagan impuestos. Pero ¿por qué los comerciantes chinos tienen éxito en los negocios? Sólo tenemos que repasar los puntos anteriores: no piden prestamos bancarios puesto que se prestan dinero entre familias, no contratan apenas empleados y trabajan toda la familia innumerables horas (al igual que hacían nuestros abuelos) y por último, se pasan por el forro incluso sus propios derechos laborales, explotándose a sí mismos. ¿Por qué hacen esto? Porque son conscientes de que para explotar un negocio aquí actualmente es necesario trabajar en estas condiciones, y saben que son pocos los nativos dispuestos a hacerlo, así que tienen un nicho de mercado inmenso, trabajando en las condiciones en las que trabajaban nuestros abuelos y que son unas condiciones que hasta hace poco considerábamos injustas y superadas. Esto no quiere decir que debamos dar pasos atrás, que debamos aceptar trabajar en esas condiciones, ni mucho menos, sino que debemos defender los derechos conquistados. Porque la verdadera competencia desleal es la que se fomenta desde el poder político cuando se legisla en favor de grandes empresas y se aumenta la desigualdad de oportunidades.
Por eso, cuando salga alguien de la CEOE en la televisión hablando de competitividad deberíamos pararnos a pensar que, lo que están viniendo a decir es que la solución es que trabajemos todos como chinos, porque saben perfectamente que una pequeña empresa no está en condiciones de competir con una gran empresa y, porque cuando hablan de competitividad en términos de macroeconomía no se refieren a que seamos más productivos (que produzcamos más trabajando menos horas o empleando menos recursos materiales) sino que se refieren a que los empresarios puedan sacar más beneficio de nuestro trabajo a costa de nuestros sacrificios, de nuestros derechos como trabajadores y de rebajar los costes laborales, es decir nuestros salarios. 


Así que si usted tiene una pequeña empresa, no asienta tan alegremente cada vez que sale un portavoz de la CEOE o del Círculo de Empresarios diciendo barbaridades que van claramente en contra suya, a no ser que su estrategia sea explotarse a sí mismo y a su familia como hacen los autónomos chinos. Haga el favor de analizar racionalmente su situación y entonces verá que está mucho más cerca de sus propios empleados que de los grandes empresarios del Ibex 35. Haga el favor de asumir de una vez quiénes son los suyos, y cuál es su bando. Porque no vamos a poder salir de ésta mientras el gran capital disponga de un ejercito de millones de autónomos que defiendan la causa equivocada a pesar de ser los más perjudicados por ésta.

Porque es mentira que todos podamos ser ricos y lo sabemos.

Porque es mentira que todos tengamos las mismas oportunidades y lo sabemos.

Porque es mentira que los empresarios formen una misma clase homogénea.

Porque la gran mayoría somos curritos, ya sea por cuenta propia o por cuenta ajena, y no podemos caer en el error de lanzarnos cuchillos entre nosotros mientras le hacemos la cama a los grandes empresarios.

O empezamos por situarnos en el bando que lucha por nuestros intereses o si no de poco nos servirá que gane el bando de los que creemos de forma equivocada que son los nuestros. 


                  lunes, 16 de enero de 2012

                  Sus muertos no son nuestros muertos.


                  Muere Manuel Fraga y todos los medios hablan con muchas voces pero diciendo lo mismo, como viene siendo habitual. El mismo mensaje: Fraga fue un demócrata, fue la avanzadilla de la democracia, su visión trajo las libertades… Mas o menos lo que esperábamos ¿no? En cierta medida en el día de su muerte me di por satisfecho pues sucedió lo mejor que podíamos esperar: que no nos dieran la brasa demasiado. Se le han rendido honores, sí, pero podría ser peor ¿no creen? Podía haber sido algo mucho peor, mediáticamente asfixiante, semejante a cuando murió Juan Pablo II. Ha sido poco para lo que podría haber sido.

                  Poco comparado con lo que será la muerte del Rey. De verdad que tiemblo de pensar en ese día, en esa semana, ¡en ese mes! Tendremos a todos los medios, a todos los opinadores, a todos los creadores de opinión desde sus púlpitos, a las mejores y mas afiladas plumas mercenarias de este régimen deshaciéndose en halagos y rindiendo pleitesía a la figura de Juan Carlos de Borbón (y a la monarquía), que será elevado a categoría de paladín de la democracia y la libertad. Lo que hemos oído de Fraga pero multiplicado por mil mas o menos.

                  Es la versión de los vencedores, una vez más. El relato que hace de la historia de España una derecha que nunca renegó del fascismo y cuyo poder absoluto nunca fue arrebatado por la democracia, si alguna vez la hubo. Es el relato de la oligarquía franquista, cuyos apellidos se mantienen en las empresas del IBEX 35 y la banca. Es el relato de las mismas familias que prosperaron gracias al genocidio de 1936, dominaron el país durante 40 años y siguieron siendo cada vez más ricos desde 1978 hasta nuestros días y que tienen en el Partido Popular su brazo político.
                  Por desgracia, también es el relato de la historia que hace un PSOE, no sólo abducido por el dogma neoliberal sino tristemente también por la versión de la historia de la derecha fascista. El PSOE y por añadidura, sus medios afines, que engarzan directamente con la vieja oligarquía.

                  Nuestro relato de la historia es distinto. No está siempre actualizado por todos los medios de difusión masivos, no es siempre repetido machaconamente como propaganda por todos los altavoces de los medios de comunicación de masas, propiedad de la oligarquía, que periódicamente le recuerda al pueblo qué es lo que debe recordar, cual es su memoria.
                  Nuestro relato está tejido con la memoria viva de las personas. Lo que nos contaron nuestros abuelos, nuestros familiares exiliados, nuestros padres, nuestros hermanos… o que ellos vivieron en primera persona, lo que vieron, lo que oyeron, lo que vivimos nosotros mismos y nos empecinamos en recordar… contamos con canciones que cuentan historias y transmiten dignidad y orgullo; a todo esto se une el trabajo de historiadores extranjeros y otros de casa, que van recomponiendo las piezas de esa memoria y dándoles sentido, encajándolas y mostrando un mosaico mas parecido a la verdad que toda la propaganda que el régimen se esfuerza en plantar en la cabeza de los españoles, no sin cierto éxito.

                  En nuestra historia Fraga era un ministro del gobierno de Franco que justificó y aplaudió los asesinatos de los luchadores antifascistas de clandestinidad. Movilizó la prensa adicta y a la censura para maquillar los actos criminales del régimen, como por otra parte no podía esperarse otra cosa de un destacado franquista. Ruano, Grimau, Tellez… pero hay más. Los asesinatos en Vitoria en 1976 de los obreros en huelga atrapados en la iglesia, acribillados por la policía, cuyo máximo responsable era Fraga en aquel momento.

                  Y la democracia la trajo el pueblo. Pero en algún momento se la volvieron a arrebatar sin que se diera cuenta. No sabemos muy bien que ha sucedido. Tal vez debamos pedir explicaciones a Felipe Gonzalez.

                  Nuestra “democracia” cuenta entre sus mártires a torturadores como Melitón Manzanas y a fascistas como Carrero Blanco porque fueron víctimas de ETA. Pero cuando pedimos que los muertos por luchar contra el franquismo sean reconocidos como víctimas cuya memoria la democracia debería preservar, se nos dice que hay que olvidar el pasado y no abrir viejas heridas. Tal argumento es un cinismo y una hipocresía tan insultante que invalida moral y políticamente esta democracia que vivimos. El torturador Melitón Manzanas cayó ajusticiado en 1968 y hay que recordarlo como víctima del terrorismo y rehabilitar su figura mientras que debemos olvidar el asesinato de Enrique Ruano en 1969 por el grave delito de repartir propaganda contra el franquismo.

                  Nuestros muertos siguen en los cementerios y las cunetas esperando ser reconocidos como lo que fueron: los que defendieron la única democracia real que ha tenido este país. La II República sigue esperando ser la única legitimidad y el único precedente para construir otra democracia a partir de ella.
                  Hay monumentos a los antifascistas españoles y hay lugares donde sus nombres se asocian a los héroes, pero hay que ir a Francia para poder verlos.

                  Bajo el estruendo de la propaganda del régimen, de sus radios, sus televisiones y sus diarios, debemos seguir narrando el relato de los nuestros. Debemos esforzarnos en seguir contando nuestra historia, la historia del pueblo y los trabajadores. De boca a boca, entre susurros y copas, desde humildes alcaldías donde todavía se puede hacer algo, y sobre todo sentando junto a ti a un hermano, un sobrino o un hijo… y así comenzar a contarle la historia.

                  Su historia.

                  martes, 10 de enero de 2012

                  Y de pronto todos se volvieron fachas



                  Y de pronto, todo el mundo era facha. En el curro, en el bar y hasta tomando copas asoma alguien que suelta un rebuzno neoliberal ante el cual, otros asienten “claro, claro, es que… las empresas públicas son un derroche, los sindicatos son Satanás, los autónomos y empresarios no deben pagar impuestos (y los ricos menos, no sea que se vayan de España), la sanidad pública no se puede pagar, los planes de pensiones son el futuro, los convenios deben ser de empresa, los parados son unos vagos que no quieren trabajar, un país con muchos funcionarios no funciona y “mejor un mini-job que nada ¿no?”.

                  Seguro que todos hemos sido testigos de semejantes perlas previamente difundidas a todo volumen por los altavoces de los medios de comunicación de masas y a su vez previamente cocinadas en los think-tank de la derecha. Y parece que todo el mundo repite como un loro las mismas consignas, a veces con las mismas palabras, como cuando en “Z” de Costa-Gavras, el juez Jean-Louis Trintignant pilla en una mentira a dos de los sospechosos porque cuentan un suceso con la misma frase (“salto sobre él agil y veloz como un tigre”). Entonces ¿todos se han vuelto fachas? No, no es que hayan salido réplicas fachas de unas vainas, es que los fachas están crecidos, la derecha está de moda y los “ni de derechas ni de izquierdas” pues ahora –como siempre han sido- pues son más derechas que de otra cosa. A la par, los progres andan callados y agachando la cabeza mientras sufren un proceso mental curioso. La persona de izquierdas media -el peuple de gauche que dicen los franceses- intuitivamente sabe que la derecha no tiene razón y que algo no anda nada bien, pero claro, los medios supuestamente objetivos, serios y profesionales dan la razón a la derecha económica, asumen sus postulados sin mayor problema. Los medios supuestamente “progres”, en concreto la SER y El País, también asumen que hay que pagar el déficit, que no hay dinero, que hay que hacer sacrificios, que hay que pagar la deuda, que hemos vivido todos por encima de nuestras posibilidades, etc, etc, etc. El PSOE, evidentemente, no sólo ha dado esos discursos por buenos sino que ha hecho lo que la derecha hubiera hecho y todavía queda por hacer puesto que no tiene discurso alternativo; CCOO y UGT tampoco niegan la prioridad de pagar el déficit, hacen suyo el dogma de la competitividad, aceptan bajar salarios y abaratar despidos. Y el pueblo de izquierdas, excepto los que se informan diariamente por Internet leyendo economistas de izquierdas y medios alternativos, asume que si los grandes referentes de la progresía en España (con la honrosa excepción de Público, a ver cuanto dura) dan la razón a los neoliberales, por algo será. Pero aun así, la mayoría, por instinto, sabe que seguimos teniendo razón… pero no tiene argumentos para responder a los fachas de su oficina porque todos no podemos ser doctos economistas. Incluso los que llevamos mucho tiempo leyendo por Internet a gente solvente, apenas nos hemos enterado hace poco de qué ha pasado en realidad en Europa y España.

                  Así que, compañeros, os hago un llamamiento militante: no dejéis un solo rebuzno derechoso por rebatir en el curro o en el bar o en la comida del domingo con la familia porque seguro que hay algún pobre derrotado esperando que alguien calle la boca al facha con argumentos incontestables; está esperando que alguien le diga que seguimos teniendo razón; esperan una esperanza en la oscuridad. Hay alternativas. Hay argumentos y los hay de sobra como para ir con cabeza muy alta. Y si hay que liarla parda en el bar, se lía. Y si hay que enfadarse con la familia pues se enfada uno y ya está (han empezado ellos, después de todo). Cada uno de nosotros tiene que ser un agitador. Tema aparte es que cada uno juzgue si en el trabajo es prudente dejarse ver el plumero.  Tampoco queremos que os quedéis sin trabajo. Y aseguraos de discutir si entre los derechosos y vosotros hay gente que escuche pues generalmente no tiene sentido discutir a cara perro con el enemigo.

                  Un consejo: los abducidos por el neoliberalismo no son muy cultos, así que no entienden bien algunas palabras, por ejemplo, “demagogia”. Para esta gente, todo aquello que pone en el centro de la política el bienestar del ser humano y no la rentabilidad económica y el beneficio, es un argumento demagógico. Pues bien, según la RAE, demagogia es:

                  1. f. Práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular.
                  2. f. Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.

                  Es decir, que para esa gente con la que vamos a batirnos dialécticamente, por ejemplo pedir que el estado vele por el bien común y la vida digna para todos es halagar los sentimientos elementales de los ciudadanos. Por supuesto, apelar al egoismo (“no pagareis impuestos”) y a la envidia (“los funcionarios/sindicalistas/parados son unos privilegiados”) no debe ser apelar a los más bajos sentimientos elementales de los ciudadanos.

                  Ni un rebuzno sin respuesta. No pasarán.

                  sábado, 7 de enero de 2012

                  Guardando las formas, perdiendo la conciencia.


                  Invertir tanto en políticas para fomentar el lenguaje inclusivo o para que haya paridad en los cargos que tienen visibilidad pública, si luego dejamos que la siguiente generación se eduque viendo los programas sexistas y humillantes de Telecinco o MTV-España, jugando a ser princesas Disney o escuchando reggaeton, es el colmo de la incoherencia y una muestra de cinismo que debería alarmarnos.

                  Mucha gente dirá: "una cosa no quita la otra, las dos cosas son importantes, el uso del lenguaje, la visibilidad y las cuotas son imprescindibles y hay que empezar por ahí para alcanzar cierta equidad", y yo lamento decirles que no opino igual, porque aunque sí es verdad que el uso del lenguaje tiene muchísimo poder, y es fundamental, no me parece que sea donde haya que concentrar todas las fuerzas mientras hacemos la vista gorda ante muestras de discriminación más flagrantes. Y aun en lo de guardar las formas deberíamos ser más coherentes, porque es muy triste ver que un concejal de un partido de izquierdas, esté un día haciéndose la foto en una concentración contra la violencia machista, y al día siguiente esté en un acto-parafernalia de Paris Hilton, estereotipo andante de mujer objeto que se erige en icono para nuestras adolescentes.



                   El problema viene a ser una vuelta de tuerca más de algo ya conocido, que eso sí, está alcanzando niveles vergonzosos. Especialmente entre dirigentes y burocracias de entidades políticas y sociales que es donde más se fomenta la obsesión por guardar las formas, por parecer los más inclusivos, los más tolerantes, los más feministas, los más ecologistas, los menos racistas, los menos homófobos... y a veces se fuerzan las situaciones hasta llegar al ridículo y causar la ofensa de aquellos a quienes quieren agradar con tanta impostura y con tanto acto formal carente de contenido. Porque mantener una determinada actitud de puertas para fuera mientras las cosas siguen sin quererse cambiar no sólo es hipócrita, también es muy contraproducente, y esto último es todavía más importante ¿Por qué?

                  Porque mientras el grueso de la gente que se define como "de izquierdas", "concienciada" o "solidaria" se centra en luchas parciales, buscando el mínimo conato de actitud reprochable entre sus compañeros, desde la derecha nos están golpeando todos a la vez. Sí, es verdad, así ha sido siempre, pero nunca hasta este punto tan ridículo.

                  Porque seguimos empeñándonos por ejemplo, en ver el feminismo o cualquier tipo de discriminación como causas globales, cuando sabemos de sobra que ya no son una causa global, porque no es lo mismo nacer mujer en una familia de aristócratas que en una familia en los límites de la exclusión social; porque no es lo mismo ser negro y ser un inmigrante ilegal sin recursos que ser negro y jugar en un equipo de fútbol de primera división; porque no es lo mismo ser homosexual abiertamente siendo un artista de éxito internacional que ser homosexual en un entorno retrógrado e intolerante... Porque aunque sigue habiendo una única causa global que aglutina y fortalece todas estas luchas al parecer nos da vergüenza invocarla.


                  Podéis llamarlo como queráis, o podéis inventar un nombre nuevo si os incomodan los que existen, porque parece ser que hablar de izquierdas y derechas suena a rancio y a guerra civil y además no es "inclusivo" (como si la ideología fuera algo que se adquiere al nacer), la expresión "lucha de clases" provoca risa o espanto, y hablar de ricos y pobres o de los de arriba y los de abajo es naïf y por supuesto, como no demagogia (demagogía en el significado que está adquiriendo por el uso, es decir, el que alude a cualquier argumento que defienda la justicia social o el bien común).

                  Existe pues una potente causa global que abraza y potencia todas las otras luchas parciales, como se ha podido intuir en las movilizaciones surgidas durante el 2011. Pero también se ha podido ver en estas movilizaciones que fuertes complejos nos han impedido defenderla con dignidad. Por no enfrentarnos a la raíz de los problemas todo ha vuelto a diluirse en múltitud de luchas fragmentadas que, en pos de la inclusividad son excluyentes y que de tan independientes que quieren ser acaban cayendo en la trampa de buscar soluciones individuales bajo el paraguas del sistema económico mundial. Al final hemos querido mantener tanto las formas que hemos perdido la coherencia y la sensatez, y por el camino estamos también perdiendo la conciencia de la realidad.

                  Pues bien, podemos seguir así, diversificando nuestras fuerzas, centrándonos en guardar las formas, en conseguir "pequeñas cosas"... Por ejemplo colocando a las niñas de las "familias bien" en altos cargos mientras miles de mujeres sólo pueden aspirar a un empleo como limpiadoras, y sintiéndonos por ello muy feministas, pensando que sólo por el hecho de ser mujeres van a defender la causa de la mujer. O confiando en partidos "verdes" que no cuestionan determinados problemas, porque eso supondría entrar en confrontación con los intereses de quienes los financian y por eso prefieren instaurar cargas fiscales y tributos para que sólo contaminen los países, empresas y ciudadanos que puedan permitírselo económicamente. O podemos seguir engordando las cuentas corrientes de ONGs y fundaciones para que unos cuantos blanqueen dinero y hagan de la caridad un negocio en connivencia con regímenes políticos corruptos y represores, mientras aquí toleramos el desmantelamiento del Estado Social (porque ya casi nos han convencido diciéndonos que la empresa privada es más eficiente en dar servicios sociales y que "lo público" es un derroche y atenta contra las libertades individuales). Podemos seguir así, centrando nuestros esfuerzos en los detalles y en las apariencias y perdiendo por completo la perspectiva de por qué estamos luchando.



                  Y ya no es tanto una cuestión de ponernos de acuerdo para llevar el mismo paso, ni de difuminar las diferentes "identidades", sino que la cuestión es ser coherente. Porque la política forma parte de la vida y la vida forma parte de la política y se debe mantener la misma actitud en todos los ámbitos. Porque no podemos ignorar que las causas que provocan muchas injusticias y discriminaciones tienen un substrato político y fundamentalmente económico, y no deberíamos ser tan cobardes como para renunciar a entrar en ese terreno. Porque no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos y porque no se puede cambiar el mundo solamente firmando manifiestos bienintencionados desde nuestros ordenadores.

                  Los neocon y los neoliberales lo saben, por eso están tranquilos, porque saben que miles de manifestaciones y protestas difusas no servirán de nada si no somos capaces de defender con fuerza un marco alternativo con todo lo que ello conlleva. Si seremos capaces de hacerlo o no está todavía por ver.

                  miércoles, 4 de enero de 2012

                  El gobierno del PP: para los que no les gustan las sorpresas.



                  Podríamos mantener las formas o un extraño “espíritu deportivo” que mencionaba Soraya Sáenz de Santamaría en su toma de posesión. Podríamos adoptar la pose del juego democrático y darle al nuevo gobierno sus cien días de tregua. Pero sería vivir una ficción en la que nadie ya cree.

                  Habrá quien diga que el gobierno de Rajoy es de los menos malos de los que podríamos aspirar; que el PP tiene en su seno sectores mucho peores, mucho más ultras; que el perfil de los ministros es moderado y alejado del bunker del TDT Party. Pero caeríamos en dar credibilidad a la farsa que explica la política española como un enfrentamiento entre malcarados y buenistas, entre unos discursos hoscos e insultantes y otros responsables dialogantes. Otra vez una mera cuestión de formas. 

                  Y no es así. Repasemos brevemente algunos ministros y sus ministerios para comprobar que el PP viene a gobernar sólo para los suyos, que no son, como erróneamente puedan pensar sus indocumentados votantes, aquellos que les han votado. El PP va a gobernar para su clase. Y no esperábamos otra cosa. Y ya nos avanza en la mera denominación del ministerio por donde van a ir los tiros, usando la Neolengua, aquella forma de expresarse que tiene el estado totalitario del Gran Hermano en 1984 de George Orwell y que por ejemplo, usa unas palabras para expresar el significado contrario. De aquella forma, el ministerio de propaganda y censura era el Ministerio de la Verdad. Y pocas obras han sido tan visionarias:

                  Ministerio de Economía y Competitividad. Luis de Guindos.
                  La primera en la frente. El PP ha elevado la “competitividad” a categoría ministerial. En cierta manera se agradece la sinceridad. En lenguaje empresarial, “mejorar la competitividad” significa abaratar costes laborales. Realmente implica otros aspectos, pero la patronal española nunca ha entendido de I+D ni de valor añadido, sólo de abaratar costes laborales, es decir, bajar salarios, bajar cotizaciones a la seguridad social, no pagar horas extras, etc, etc. La traducción al lenguaje común sería: Ministerio de explotación y plusvalía.
                  Mención aparte merece el ministro, Luis de Guindos. Consejero de Endesa, de la editora de El Mundo, del banco BMN y, ojo al dato, ex presidente de Lehman Brothers en España y Portugal. Para levantar la economía han puesto a un banquero ex asesor del banco que comenzó la crisis financiera. Aquí no han hecho falta tecnócratas impuestos desde fuera; los ponemos directamente.  El PP es un alumno aventajado de “los mercados”. Y que mejor que colocar de capitán económico al hundidor de barcos.

                  Ministerio de Defensa. Pedro Morenés.
                  El nuevo flamante ministro de la guerra es nada menos que empresario del sector armamentístico. Director de fábricas de armas, misiles, bombas de racimo… y las empresas de seguridad que protegen a los atuneros españoles en el índico. No hay mucho más que decir. Ponemos al frente de “Defensa” a un señor de la guerra que se lucra con los conflictos armados ¿podemos esperar que rehúya la intervención en las guerras que van a venir? Nunca antes fue tan adecuado aquello de “poner al zorro a cuidar de las gallinas”. Lo honesto sería recuperar el antiguo nombre de este ministerio: Ministerio de la Guerra.

                  Ministerio de Empleo y Seguridad Social
                  Escandalosa transformación nominal acorde a tan neoliberales tiempos. La patronal y los capitalistas huyen de la palabra “trabajo”. Algunas palabras son peligrosas y “trabajo” es la reina del peligro, por eso la derecha y los patronos siempre hablan de “empleo” en vez de “trabajo” –y los sindicatos de clase, abducidos por el discurso neoliberal, han acabado asumiéndola vergonzosamente- y no es casualidad, no es capricho. La RAE distingue claramente entre empleo y trabajo.

                  Empleo: ocupación, oficio.
                  Trabajo: ocupación retribuida.

                  ¿Todas las ocupaciones son retribuidas? No, no lo son. Pero más allá de estas definiciones que podrían dar lugar a debate, está el significado implícito del trabajo como lo opuesto a la especulación, al que vive de rentas, al que no produce, al que se enriquece del trabajo ajeno. El trabajo es lo único que puede aportar el que nada tiene; el trabajo es el único poder que tienen los pobres, el único arma que pueden usar contra el explotador. El trabajo es la única fuente de riqueza real del mundo y sostiene las sociedades y por tanto, el trabajador es imprescindible. Pueden existir trabajadores sin patronos, pero no patronos sin trabajador. La clase trabajadora tiene el poder, sea consciente o no de ello, o aunque ni siquiera sea consciente de sí misma. Lo más importante: el trabajo define a las personas colectivamente. Por eso los capitalistas prefieren “empleo”; porque supone separar a la gente de su clase. El “empleo” ocupa a la gente en una mera forma de sobrevivir bajo este sistema, mientras que el trabajo puede ser una manera de construir una sociedad, una manera de construir distinta a la de los patronos y banqueros; una sociedad opuesta y antagónica a la sociedad de mercado, de especulación, choriceo y fraude en la que vivimos.
                  Lo que hemos vivido estos años ha sido un enfrentamiento entre la Europa del trabajo frente a la Europa de las finanzas, saliendo vencedora esta última. Y esta última no da trabajo, da “empleos”.
                  Nuestra propuesta sería Ministerio de Currillos (Con Suerte).

                  Ministerio de Hacienda y Admin. Públicas. Cristóbal Montoro.
                  Que decir de las intenciones de este hombre que no se sepa ya. Creo que se puede resumir en algo que dijo en su toma de posesión:
                  “No venimos a recortar, venimos  a reformar, y el estado necesita una profunda reforma”.
                  Gracias de nuevo, señores del PP, por su claridad. Vienen a recortar el estado. Los funcionarios no pueden seguir siendo esos trabajadores que escapan a la tiranía y la humillación de la empresa privada y que encima son un referente en derechos y libertades para todos los trabajadores y sus sindicatos. Hay que igualar a la baja y poder despedirlos, bajarles sueldos, quitarles vacaciones y otros derechos laborales.

                  Y como el estado, en una economía neoliberal, debe quedarse en su mínima expresión, no necesitamos dinero para mantenerlo, de modo que no perseguiremos el fraude fiscal y nuestros amigos ricos que no pagaban, aun pagarán menos. Porque como decía el dueño de Pocoyó: los ricos no deben pagar impuestos, así vendrán todos los ricos a vivir a España y crearan empleos: oteadores para cacerías, limpiadores de yates, camareros…

                  Es sólo una muestra de la nítida declaración de intenciones de este gobierno. Vienen a por todo. Vienen a participar del empeño del Gran Capital internacional para devolver a Europa a los años previos a 1883, fecha de la primera victoria obrera donde los trabajadores consiguieron conquistar  la seguridad social. 

                  Y hay que declararles la guerra desde hoy mismo.

                  Para información detallada del gobierno Rajoy, recomiendo el artículo de David Arrabalí:El nuevo gobierno español al servicio de banqueros, empresarios y políticos corruptos